África, años 40. Esmoquin blanco,
una justicia que tiene sus propias (y brutales, injustas) normas, tabaco. Una
mujer entre dos hombres. Venga, más fácil: salen Claude Rains y Peter Lorre en
los papeles, respectivamente, de cínico, y arribista grimosillo… ¿Alguien apuesta por Casablanca? Pues no; es Soga de arena (Rope of Sand, 1949, Dieterle), pero ¿a que se parece?
No soy la
primera que lo dice, claro; así que, mejor, hablemos de algunas diferencias por
las que la peli de Dieterle no debe considerarse como una simple imitación del
clásico de Curtiz.
Podríamos decir que Rains es aquí
homosexual, mientras que en Casablanca
interpretaba el papel de mujeriego (bueno, para Gregorio Marañón no existe mucha diferencia entre ambas cosas); o comentar que Lorre se sale esta vez con
la suya, frente a los balazos con que le obsequian vía Curtiz.
Pero me apetece más hablar de la fecha. Casablanca
se rueda en plena Segunda Guerra Mundial (1942), y sus protagonistas masculinos
son un romántico reconvertido en cínico (Bogart) y un romántico sin más (Paul
Henreid). Uno se sirve a sí mismo, mientras el otro se sacrifica por el bien
común. La chica, que ama al primero pero se debe al segundo, elige desde el
corazón, pero todo se frustra por un sacrificio en el que se encierra (Marsellesa mediante), tanto el
mensaje propagandístico, como el giro final que ha convertido en mítica
la cinta. Desde ese punto de vista, por mucho whisky que pimple Humphrey, Casablanca resulta infinitamente más inocente
que la mayoría de las películas de cine negro de la década de los 40 y, por
supuesto, de la de los 30.
Soga de arena, en cambio, está rodada en la posguerra, y se nota.
Primero, por la falta de idealismo de casi todos los personajes. Pensemos en Burt
Lancaster, quien regresa a Sudáfrica con la muy noble intención de: a) Vengarse; y b) Robar diamantes (Bárcenas, no inventaste nada nuevo). Al final
consigue a y b y además se queda con la chica. Triunfo absolutamente individual
e individualista, lejos de las empresas colectivas en cuyos altares inmolan los
héroes de Casablanca su felicidad.
El
fantasma de la guerra pulula por toda la película, por cierto, y parece como si
fuera el cansancio de esos sacrificios lo que lleva a los personajes a mirar
por sí mismos exclusivamente. Para que nos entendamos: son Bogart si Ingrid no
hubiera regresado. Abundan las referencias al pasado bélico y cómo ha
transformado a las personas: Corinne Calvet lo dice literalmente, y Lancaster
recuerda haber estado años durmiendo con un arma en el frente. Hay, sin
embargo, una escena bastante explícita en este sentido: la que comprende los
preliminares a lo que se supone que habría desembocado en la violación del
personaje de Corinne Calvet por parte del de Paul Henreid (por cierto, ¿qué le
pasó a este hombre entre 1942 y 1949? Trágica bajada de sex appeal).
ANTES |
DESPUÉS. "¿Oiga? ¿Es el enemigo?" |
Él es alemán, y, por tanto, el malo (hay cosas que no
cambian). Alardea delante de su conquista francesa de haber conseguido cierta
antigüedad en forma de jarrón aprovechando los años de Vichy, lo que,
automáticamente, ocasiona la repulsión de la, hasta entonces, bastante
complacida y complaciente pelandusca; a continuación llega el subsiguiente
forcejeo para robar un beso metonímico. Y ya que hablamos de Corinne
Calvet: en cada escena se me asemeja a una actriz diferente, pero sin dejar de parecerme
pura imitación todo el tiempo. Galería:
Con cara de asco, copyright by Jane Russell |
Queriendo ser Rita cuando Rita es Gilda |
A lo Marlene en Encubridora (Rancho Notorious, Lang, 1952)
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A lo Lauren “The Look” Bacall
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Otro paralelo (más personal): Soga de arena me recuerda mucho a la
primera parte de El salario del miedo (Le salaire de la peur, Clouzot, 1953).
Petróleo o diamantes, África o Sudamérica, qué más da. Qué peligro tienen las grandes corporaciones cuando se hacen con el poder y qué cosas
pueden hacerse por dinero.
¿Habría visto Clouzot la de Dieterle?
Soga de Arena (Rope of sand). 1949. William Dieterle (dir.). Burt Lacanster, Corinne Calvet, Paul Henreid, Claude Rains, Peter Lorre (actores).
Bueno, a pesar de que me haces menos caso que a una pooh, te voy a dar la alegría de contarte que me he hecho con un Kindle Fire, con pelis ilimitadas, y voy a ver esto de Soga de Arena, para que veas que no soy tan cerrada de mente. Hala! (eso sí, no me pidas que vea nada de Judy Garland, que me dan arcadas. Será un trauma de la infancia ;-))
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